El restaurante Los Troncos abrió sus puertas hace más de 20 años en Quito y desde entonces se convirtió en uno de los lugares preferidos por los comensales más exigentes.
Se trata de un restaurante clásico, especializado en gastronomía argentina, que actualmente se encuentra viviendo una época de transición, un cambio de hogar que busca convertir una visita en una verdadera experiencia gastronómica.

Un restaurante que cuenta con el bar como columna vertebral. Llamado Coctelería 1996 ofrece una alta calidad de cocteles clásicos y tradicionales que busca generar momentos extraordinarios. Siete metros de altura se convierten en la vitrina perfecta para que su mixólogo pueda ofrecer todo un show cada vez que debe subir a buscar alguna botella.

El concepto es lo que más llama la atención, una biblioteca que no cuenta con libros pero que en su interior alberga los mejores licores del mundo; con ellos se ofrecen cocteles tradicionales y modernos que sin duda logran satisfacer los paladares más exigentes de la ciudad.
Arquitectónicamente, el restaurante fue creado bajo un concepto panorámico, 360 grados que permiten que todos los comensales conozcan la oferta y el trabajo que hay detrás del servicio. “Nosotros creemos en el equipo que tenemos y buscamos que nada de lo que hacen pase desapercibido por quienes nos visitan; queremos que todos observen de primera mano todos nuestros detalles, ya que son ellos los que marcan la diferencia”, afirmó Gonzalo Troncoso, sommelier de Los Troncos. Si el cliente lo desea puede observar detalladamente el proceso de creación de su coctel y de esa manera conocer la receta y cada uno de los ingredientes que este incluye.

Sin duda, Los Troncos quiere romper tradiciones; es por esa razón que la cocina fue creada sin puertas, ya que busca que sus comensales puedan, si lo desean, conocer el proceso de preparación de su comida y hacerlo en el momento en que el cliente lo decida.
Una casa de habanos es otro de los exclusivos espacios que ofrece Los Troncos. “Buscamos ofrecer una amplia variedad de productos, pero sobre todo la experiencia del lugar, ya que cuando pensamos en humos lo vinculamos siempre con el buen vivir”, puntualizó Gonzalo.

En el privado que se encuentra al lado de la cocina, se busca replicar la oportunidad de compartir con el chef, de cerca, como lo ofrecen cientos de restaurantes en el mundo con estrella Michelin. En esta mesa la carta no existe; por el contrario, se ofrece la elección de un servicio de cinco a siete tiempos que el chef elige de acuerdo al gusto del cliente y que se acompaña por una bebida diferente en cada salida, para potenciar las características del plato que está servido.

Martín Avero, chef de Los Troncos, es un apasionado de la cocina y con una fuerte herencia argentina que se le debe a su padre. Realizó sus estudios en Buenos Aires y en esa misma ciudad tuvo varias experiencias laborales que le permiten hoy decidir con mucha propiedad los platos y postres que se sirven día a día. “Nuestra cocina es de autor y estamos tratando de culturizar el concepto de la carne, es decir queremos aprovechar por completo la carne. Usamos el 100% del animal y lo logramos trabajando el tema de embutidos caseros ofreciendo siempre lo mejor”.
Lo mismo sucede en la cava de vinos, en donde tampoco se ofrece una carta; por el contrario, se invita al cliente para que elija su vino preferido con la guía de un sommelier. “Con esta propuesta buscamos que el cliente pueda potenciar su comida o disfrutar con una de las mejores cepas. Esto para nosotros es importante, ya que al hacerlo de esta forma se le da al vino la connotación especial que se merece. El vino es protagonista y si se trata adecuadamente, su sabor se manifestara en la copa”, añadió Troncoso.
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